sábado, 19 de diciembre de 2009

Tristeza inmensa. Angustia infinita. Te veo en cada esquina, en cada persona con la que me cruzo... Me muero de miedo de pensar que puedo encontrarme contigo. ¿Qué cara pondría? No sabría reaccionar. Tú. La persona a la que más he querido y por la que estoy en estado de sonambulismo desde hace semanas. A la que ahora mismo no sabría mirar a la cara. ¿Cómo es posible?

Te echo tanto de menos... tus sonrisas, tu pelo, tus caricias, a ti. Me da miedo que no quieras saber de mí, que tengas miedo de mí, que no confíes en mí. Y yo, que no me imagino con otra persona. Que no creo que sea posible conocer a alguien mejor que tú ni que me entienda mejor, que me adore tanto, en quien poder recostarme como hago contigo... ¿A quién voy a desearle feliz año nuevo si no es a ti? No lo deseo ni para mí siquiera...

Miedo, miedo, miedo. Es él el que no me deja reaccionar, el que me impide moverme, echar a correr. Pero el miedo no te deja vivir. Te invade y te come por dentro... y yo acabo de decidir que no le quiero conmigo. Que no me merece la pena. En esta vida, el que no arriesga no gana. Y yo he decidido apostar por ti. Hablando contigo, querido diario, me doy cuenta de que en esta vida hay que ser valiente y echar a correr si no queremos perder nuestro bus. Gracias por escucharme siempre, tengo algo importante que hacer y que no puede esperar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario