Porque es mucho más fácil escribir cuando son la melancolía, la tristeza, la angustia quienes se apoderan de ti. Es cierto. ¿Por qué? Quizá porque hablar de todo eso te sirve de desahogo, vale de terapia. A veces incluso piensas, "qué profundo, pobre, qué razón tiene..." Sin embargo, hablar de felicidad, de encontrarte bien contigo misma, de ilusión, parece algo que no tenga sentido. Una pena que nadie le encuentre mérito.
Pero es cierto, cuesta más encontrar las palabras si no quieres parecer una estúpida. Esa es la clave me parece. Expresarte sin caer en lo que algunos llamarían cursilería y a lo que otros dirían blablabla... Así que escuetamente diremos que el valor le ha ganado la batalla a la tristeza.
Es lo que tienen las excursiones a la 1 de la mañana, el presentarse sin avisar, la inconsciencia de marcar un telefonillo a altas horas de la noche que quizá no sea el que estás buscando, el miedo al rechazo, el disparate de ponerte guapa para alguien que ni sabe de ti, la vergüenza de no saber mirar a la cara. Que cuando arriesgas, puedes ganar. Y yo me he llevado una sonrisa pintada en mi cara que aún no se ha borrado.
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