Sentada en el tren, miraba por la ventanilla mientras de fondo suena 42. Eran solo las seis de la tarde y ya era de noche. Volvía a casa después de un día de paseos, chocolates navideños, una Grand Place preciosa iluminada... Cierra los ojos e imagina que alguien se sienta a su lado. Y es él. Él, él, él, él... ¿es que la cabeza no le puede dar para más? En realidad sólo le rozaron el abrigo al levantarse.
Y piensa en la vuelta a casa. A miles de kilómetros de este tren. Cuando se baje de ese avión. ¿Qué sentirá? Besos, abrazos, ¿qué tal todo?, cuéntame!!!, qué guapa estás hija... Mientras, la cabeza le da vueltas y sólo escucha su voz. La voz de volver a casa. ¿Dónde estará? ¿Por qué no vendrá a buscarme? Y asoma una medio sonrisa a través de su tristeza mientras una lágrima resbala por su mejilla.
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